En
todos los pueblos de Abya-Yala, América Latina, el ser humano ha utilizado las
plantas en el campo de la alimentación, así como también en el campo curativo
físico y espiritual. La continua utilización de algunas especies de plantas,
culturalmente les ha atribuido poderes mágicos y como consecuencia de las
referidas costumbres, las plantas tienen una intervención directa en la vida
del ser humano y su destino.
Cuando
el hombre primitivo se hallaba enfermo, poco podía hacer, sino recurrir a las
plantas. Del empleo de estas surgieron muchos tratamientos empíricos
notablemente eficaces, que con el tiempo han concordado con la aplicación de la
bioquímica en la determinación de sus componentes activos.
“Sin
embargo, la medicina se fue haciendo teórica; nació el concepto de que cuando
más drástico fuera el tratamiento, mejores eran sus efectos. Por consiguiente,
la herbolaria, considerada producto de la ignorancia y la superstición, dejó de
usarse”, reconoce el Doctor Luis Fernando Calderón, Director Nacional de Salud
Intercultural en Ecuador.
Pero
los mismos árboles, arbustos y hierbas que a través de los siglos sirvieron
para preparar infusiones, bálsamos y emplastos curativos, proporcionan hoy en
día la materia prima a la moderna industria farmacéutica. Según un estudio de
la Organización Panamericana de la Salud, OPS, casi la mitad de los
medicamentos que se prescriben actualmente proceden del reino vegetal.
Entonces
resulta natural que en el largo camino recorrido por la herbolaria, no hayan
dejado de atribuirse virtudes mágicas o místicas a plantas o hierbas como la
hoja de coca, ruda, sábila, albahaca, consideradas sagradas y que fueron un
producto de los mitos ancestrales de nuestros pueblos.
En
esta época en que el consumo individual de medicamentos ha aumentado tanto,
surge la tendencia a volver a las fuentes naturales para curar las
enfermedades, adoptando en todos los aspectos un sentido de vida más sencillo y
acorde con la naturaleza, que es lo que en base a investigaciones etnobotánicas
sobre procesos terapéuticos, ha validado la Fundación Centro Nacional de la
Medicina Natural Tradicional, “Dr. Alejandro Dávila Bolaños”, con sede en la
ciudad de Estelí.
Es
común comprender las enfermedades del cuerpo en conexión con enfermedades de la
mente. El cuerpo humano es un sistema perfecto y, salvo la vejez como factor
natural de la muerte, las enfermedades provienen de agentes externos. Estos
agentes externos en la Medicina Natural se comprenden como desbalances de la
dinámica natural del cuerpo.
Hasta
este punto, la cuestión no varía significativamente de la Medicina Occidental,
pero es cuando se toma en cuenta la importancia de la mente dentro de la
enfermedad, que la Medicina Tradicional toma otro giro. La Medicina
Tradicional, aunque tiene repertorios de medicamentos de origen herbal y
animal, se centra más que todo en los hábitos del enfermo. Los hábitos del
paciente son algo que desde la OPS se busca corregir mediante la Promoción de
Salud, mostrando los correctos hábitos de vida para prevenir la enfermedad.
Cualquier
persona que haya sufrido enfermedades a causa de un mal hábito sabe lo difícil
que es acabar con ellos, y con el tiempo se vuelven adicciones. En la Medicina
Occidental hay un amplio repertorio de medicamentos para atacar estos automatismos
dañinos, pero difícilmente se trata el origen del problema, que es la mala
costumbre arraigada en el inconsciente del individuo.
Este
conocimiento debe ser protegido y estimulado para que los rituales que desde
siglos atrás han sido capaces de corregir los automatismos, no pasen a ser
solamente rituales de índole cultural y de identidad.
0 comentarios:
Publicar un comentario